El uso excesivo de la tecnología en niños y adolescentes se ha convertido en una preocupación creciente para padres, educadores y profesionales de la salud. El déficit de atención, los trastornos cognitivos, el bajo rendimiento escolar, la obesidad infantil, el insomnio, la dependencia emocional, la depresión, la ansiedad e incluso la muerte, son algunas de las graves consecuencias que pueden derivarse de un uso descontrolado de dispositivos electrónicos.
Vivimos en un mundo altamente digitalizado, donde las pantallas forman parte de la rutina diaria. Sin embargo, esto está generando impactos negativos significativos en el desarrollo físico, emocional y social de los más jóvenes. A continuación, analizamos siete consecuencias principales del uso excesivo de la tecnología en niños y adolescentes.
1. Afecta el desarrollo cerebral
Cada vez es más común ver a niños de tan solo 2 o 3 años interactuando con pantallas, e incluso a menores de 8 años con teléfonos inteligentes propios. Esta exposición temprana puede tener consecuencias graves en el desarrollo cerebral.
Un estudio de 2019 titulado “El cerebro online, Cómo el internet puede estar cambiando nuestra cognición”, publicado en The Official Journal of the World Psychiatric Association, reveló que el uso intensivo de internet y redes sociales disminuye la atención, la memoria y la cognición social.
2. Retrasa el desarrollo psicomotor
Los primeros años de vida son cruciales para el desarrollo de habilidades motoras, el lenguaje y la interacción social. Los dispositivos móviles están reemplazando el juego al aire libre, la natación o andar en bicicleta, limitando el desarrollo de la motricidad gruesa y fina.
Una investigación de la Asociación de Pediatría Canadiense, basada en 900 niños, concluyó que aquellos entre 6 meses y 2 años que usan celulares al menos 30 minutos al día tienen un 49% más de riesgo de retraso en el lenguaje expresivo (Catherine Birken, 2020).
3. Incrementa la obesidad infantil
El sedentarismo derivado del uso prolongado de pantallas y una dieta poco saludable han disparado los casos de obesidad infantil. La Organización Mundial de la Salud informó que la obesidad en niños se ha multiplicado por diez en los últimos 40 años.
En 2020, se estimaba que 158 millones de niños y adolescentes sufrían obesidad, y se proyecta que para 2030 la cifra aumente a 254 millones, según el Atlas Mundial sobre Obesidad Infantil de la Federación Mundial de Obesidad.
4. Desencadena cambios de conducta y violencia
El uso excesivo de videojuegos y redes sociales puede fomentar conductas agresivas y adictivas. En 2022, un adolescente de 15 años en España asesinó a su familia tras serle retirado el acceso a internet y a su consola de videojuegos.
Aunque se trata de un caso extremo, los especialistas alertan que la falta de comunicación familiar y los comportamientos adictivos vinculados a la tecnología pueden provocar alteraciones emocionales severas.
5. Provoca ansiedad, depresión y tecnofobias
Diversos estudios, como el publicado en 2020 por Cyberpsychology, Behavior and Social Networking, han vinculado el uso excesivo de redes sociales con mayores niveles de ansiedad y depresión, especialmente entre adolescentes.
El término “nomofobia” —el miedo irracional a quedarse sin teléfono móvil— incluye síntomas como taquicardia, sudoración, dolor de cabeza y dificultades para respirar.
6. Genera baja autoestima y trastornos alimentarios
La constante exposición en redes sociales y la búsqueda de validación a través de “likes” ha provocado un aumento en los casos de baja autoestima, autolesiones y trastornos alimentarios, sobre todo en adolescentes.
Compararse con influencers o celebridades afecta la autoimagen de los jóvenes, y está científicamente comprobado que a mayor tiempo en redes sociales, mayor es el riesgo de sufrir un trastorno alimenticio.
7. Afecta el sueño y reduce el rendimiento académico
El uso prolongado de pantallas, especialmente antes de dormir, interfiere con el ciclo natural del sueño. Jean Twinge, profesora de psicología en San Diego State University, señala en su libro iGen que los adolescentes que duermen menos de 7 horas tienen un 68% más de probabilidad de sufrir depresión.
La privación de sueño no solo afecta la salud emocional, sino también el rendimiento escolar, ya que el cerebro necesita descanso para consolidar el aprendizaje.
El uso excesivo de la tecnología en niños debe ser regulado por los padres y tutores. Entregar un teléfono móvil a un menor no es una decisión trivial; implica asumir la responsabilidad de su correcta gestión y supervisión.
Proteger la infancia implica tomar decisiones conscientes sobre el tiempo que los menores pasan frente a las pantallas. Limitar su uso no solo preserva la salud mental y física de los niños, sino que también promueve un desarrollo social más saludable y una mejor calidad de vida.